Por Araceli Olivares
Investigadora Centro CREAS
¿Has tenido “nervios en el estómago”? ¿La ansiedad te quita el hambre? O, al contrario, ¿te lo quieres comer todo? Esto es porque muchas emociones, trastornos y enfermedades mentales causan síntomas gastrointestinales, razón por la que se suele decir que el estómago actúa como un “segundo cerebro”.
En los últimos años, estudios emergentes sobre la microbiota humana y su relación con la salud mental han demostrado interacciones entre la microbiota intestinal, no solo con el sistema entérico (relacionado con los intestinos), sino también con el sistema nervioso central a través de vínculos neuronales, neuroendocrino y neuroinmune. Por lo tanto, el consumo de una nueva clase de probióticos conocidos como “psicobióticos” pueden reducir la ansiedad, depresión, stress y mejorar la cognición.
Entonces, los psicobióticos son un grupo de microorganismos probióticos, como Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei, Bifidobacterium infantis, Bifidobacterium longum y Bifidobacterium bifidum, entre otros, capaces de producir sustancias neuroactivas (neurotransmisores) como el ácido gamma-aminobutírico (GABA), norepinefrina y serotonina (el químico de la “felicidad”) que actúan a través del denominado eje intestino-cerebro.
Particularmente, pueden reducir los niveles de cortisol (hormona del “estrés”) y aumentar los niveles de oxitocina (hormona del “amor”). Estos compuestos podrían modular la expresión de los receptores neuroquímicos, dando como resultado efectos psicotrópicos (antidepresivos y ansiolíticos).
En palabras simples, los psicobióticos “son bacterias que cuando se ingieren en cantidades adecuadas tienen un efecto beneficioso sobre el eje intestino-cerebro”. Muchos de los psicobióticos son también probióticos, por lo que los podemos encontrar en el yogurt, alimentos fermentados, como los pickles, chucrut y la combucha.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped, en este caso el ser humano. Bien conocidos son sus beneficios a nuestra salud gastrointestinal, ya que regulan nuestra microbiota intestinal. Por ello, para una buena salud intestinal y que estos microorganismos hagan bien su trabajo, se requiere una dieta rica en prebióticos (alimentos ricos en fibra, como granos, cereales enteros, semillas y legumbres, así como también cebolla y verduras de hojas verdes).
Mientras la ciencia avanza en la comprensión de los psicobióticos y su impacto en el bienestar, cada vez más personas buscan alternativas naturales para mejorar su calidad de vida. Actualmente, los psicobióticos se perfilan como aliados clave en la búsqueda de una salud integral y el mercado está innovando con la incorporación de estos en ciertas matrices alimentarias. Se ha probado usarlos en alimentos, como cereales, caso de la barra 0es3, producida por EatNova Hyperfoods y trabajada en Centro CREAS. Además, también se encuentran en el mercado nutraceútico cápsulas y sobres para disolver que contienen estos microorganismos.
La alimentación balanceada, rica en prebióticos y probióticos, se presenta como una estrategia clave para fortalecer este eje intestino-cerebro. Así, cuidar de nuestra microbiota no solo es una cuestión digestiva, sino también un camino hacia una mente más saludable y equilibrada.