Por John Jara
Jefe de Planta Piloto de CREAS
Los alimentos y los envases son una pareja inseparable. Los nuevos hábitos de consumo de la sociedad actual han generado la necesidad de cambiar el diseño de los empaques por aquellos que se adapten a nuestras necesidades y al ritmo de vida. El actual contexto de pandemia conlleva menos tiempo para salir a comprar alimentos periódicamente, por lo que el consumidor exige envases que conserven el producto por más tiempo. Sumado a ello, existe una preocupación por que el envase sea amigable con el medio ambiente y que la información que nos entregue la etiqueta sea clara, entendible y precisa.
Si bien la selección del envase debe dar respuesta a las diferentes necesidades de los consumidores, no podemos perder de vista las funciones básicas que cumple un envase alimentario: contener, proteger, conservar, identificar y transportar. Al momento de definir el envase, es muy importante también considerar las características del alimento e identificar cuáles serán las principales causas de su deterioro en el tiempo: microbiológico, reacciones enzimáticas, no enzimáticas, oxidación de lípidos, entre otras. Con esta información, se debe establecer cuál será la vida útil aproximada del producto y las acciones de control de deterioro, tales como, buenas prácticas de manufactura, uso de aditivos, sistemas de envasado y procesos térmicos.
Luego de caracterizar el alimento, se debe seleccionar el material del envase, entre plástico, papel, cartón, vidrio, metal y madera, cumpliendo con las características necesarias para contener al alimento. Así, por ejemplo:
- Si el producto es susceptible a la humedad, como es el caso de los snacks, las galletas y las harinas, debemos considerar materiales que tengan barrera al vapor de agua.
- Si los productos se ven afectados por la oxidación, como carnes, vegetales, frutas frescas y aderezos con alto contenido de grasas, debemos considerar materiales de envases con barrera al oxígeno.
- Si el producto es una conserva, se debe tener presente que será sometido a un proceso de pasteurización o esterilización, por lo que el contenedor del alimento debe tener la capacidad de soportar altas temperaturas.
No obstante, también hay alimentos que no sólo requieren de una sola característica a considerar en su envase contenedor. Por esta razón es que existen envases plásticos multicapa a bajo costo, que combinan polímeros para aprovechar los atributos de cada uno de ellos y suplen los requerimientos de conservación del alimento.
De forma paralela, se deben considerar otros aspectos, como la capacidad de llenado o dosificación del alimento, sellado, dimensiones, calidad de impresión, disponibilidad en el mercado, volúmenes mínimos de compra, costos y que sea amigable con el medio ambiente (reciclable, reutilizable, compostable o de un solo uso).
En relación a esto último, es necesario destacar que los envases ecoamigables son una tendencia de búsqueda por parte de los usuarios, ya sea por los nuevos requerimientos de políticas públicas o por la preocupación por el medio ambiente. Este escenario ha obligado a la academia y a la industria a emplear materiales “verdes”, como bolsas a base de almidones, platos y utensilios generados a partir de ácido polilactico (PLA), biopolímero termoplástico generado a partir de biomasa y que es 100% compostable.
Sin embargo, estas estructuras aún no han sido capaces de competir desde el punto de vista funcional y de costos con los envases plásticos, ya que el proceso de transformación hacia envases ecoamigables es un proceso lento que agrupa a muchos actores y disciplinas. En particular, en nuestro país se ha implementado la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (Ley REP) que obliga a los productores y empresarios responsabilizarse por la generación de residuos, recuperación y reciclaje, siendo los envases y embalajes residuos críticos, dada su masividad.
La selección de un envase alimentario no es una tarea fácil y debe combinar muchas variables y disciplinas para satisfacer diversos requerimientos, provenientes desde la industria transformadora de envases, usuarios y consumidores finales. Dicho esto, el prototipaje es fundamental para definir si el envase seleccionado es el apropiado para el alimento, donde CREAS, especialista en innovación y prototipaje de alimentos, cuenta con las capacidades necesarias, no sólo para su desarrollo, sino que también, para evaluar que el envase y las condiciones de envasado permitan conservar las características organolépticas, nutricionales, fisicoquímicas y microbiológicas del producto formulado en el tiempo.
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